The Economist. A&P Smithson. 1959.
The Economist. Planta. A&P Smithson. 1959.
Golden Lane. A&P Smithson, 1952.
Robin Hood Gardens. A&P Smithson. 1969.
Escuela en Hunstanton. Plano de implantación. 1949.
Toda intervención arquitectónica en la ciudad implica la construcción DE un lugar. El adverbio aquí subrayado cualifica la afirmación más allá del mero hecho de actuar EN un sitio, exigiendo la consideración de un complejo conjunto de «capas» que abarca lo físico, lo cultural, lo histórico. Con el objetivo de conseguir una nueva realidad que sustituye, mejora y humaniza el espacio libre, arquitectos como Alison y Peter Smithson o Aldo Van Eyck ensayaron propuestas en entornos urbanos consiguiendo construir nuevas situaciones allí donde no existían. Los primeros, empleando el espacio inmediato a la arquitectura como argumento y el segundo, con el diseño de pequeñas plazas para niños en el Amsterdam bombardeado tras la Segunda Guerra Mundial.
Desarrollar las aportaciones sobre el espacio urbano de Alison Margaret Gill (1928-1993) y Peter Denham Smithson (1923-2003) excede con mucho el objetivo de este artículo, ya que su contenido es tal que sustenta per se una tesis completa. Cabe apuntar, no obstante, la permanencia de una idea que se percibe con mayor o menor intensidad en sus todos sus proyectos: la nueva arquitectura lleva implícito un espacio exterior inmediato cuya potencia es precisamente su capacidad para construir la identidad del lugar. Según María José Climent, este concepto de identidad fue “resultado de la ambición por reconocer el espacio local, a través de la consolidación del sentimiento de pertenencia. Se pretendía exponer que ese reconocimiento del lugar no consistía en encontrar una ruta determinada en la ciudad, sino en sentir que uno es quien es por vivir en un lugar determinado. Este significado se contraponía con lo que ellos mismos consideraban ambientes urbanos abstractos y anónimos, fruto del funcionalismo llevado al extremo”[1].
Desde estos principios pueden entenderse proyectos como Robin Hood Gardens (1969), Golden Lane (1952), la Escuela de Hunstanton (1949) o The Economist (1959). Las calles en altura de los dos primeros conjuntos son lugares públicos fagocitados por las viviendas, hasta el punto de pretender convertirse en un nuevo tipo de espacio híbrido casa-ciudad que ninguno ofrece por separado. Además, en el complejo Robin Hood Gardens se genera un gran parque interior dominado por una colina –construida con escombros de obra-. Por el contrario, en Hunstanton las operaciones en el espacio abierto son más sutiles, limitadas a la creación de varias plataformas escasos centímetros separadas: aquí el objetivo es la inserción del objeto en la ciudad, pero también la cualificación de sus espacios inmediatos con la variación topográfica, material y funcional de cada plano[2]. Finalmente, en The Economist el programa se divide para ofrecer a la ciudad un nuevo espacio urbano condensado entre tres edificios de oficinas.
Todos ellos nuevos lugares, construidos al amparo de la arquitectura de los Smithson, y que comparten naturaleza con las intervenciones que el holandés Aldo Van Eyk (1918-1999) desarrolló en el Amsterdam de posguerra.
Allí, mientras los países devastados tras la Gran Guerra proponían su reconstrucción desde principios funcionalistas -la gran escala, el planeamiento y nuevas ciudades estandarizadas- Van Eyck propuso un magistral modo de abordar esta tarea: a partir de 1946, cuando comienza a trabajar en el Departamento de Obras Públicas de Ámsterdam bajo el liderazgo de la urbanista Jakoba Mulder (1900-1988), impulsa la idea de dotar a cada barrio de la ciudad con un parque de juegos infantiles.
Van Eyck eligió solares bombardeados, vacíos desolados o intersticios a la espera de un futuro plan de urbanización a gran escala, para transformar la ciudad entera mediante una estratégica red de espacios para los niños. Pocas intervenciones regeneraron una ciudad tan rápidamente: lugares entre medianeras, rotondas, plazas, áreas sin uso y abandonadas, formaron un tejido urbano reconocible cuyo decorado fue la urbe devastada, pero cuyo escenario fueron los diseños del arquitecto y en los que pequeños actores dieron nuevamente vida a su espacio abierto.
Fueron decenas de Parques: Saffierstraat (1950), Dijkstraat (1954), Zeedijk (1955), Hendrik (1957), Sumatraplantsoen, Indische Buurt (1965) por citar algunos. Van Eyck experimentó con formas, mobiliario y juegos en cada uno de ellos, explotando las oportunidades ofrecidas por los emplazamientos inmediatamente disponibles. Los diseñó inspirado en trabajos de Brancusi, Hans Arp y Sophie Tauber, construyendo con formas sencillas -círculos, cuadrados, triángulos, polígonos, cilindros- desde areneros hasta pequeños objetos dispuestos siempre en grupo y con variedad de usos; ligeros elementos tubulares metálicos, barras o arcos para escalar que se disponen en grupos de tres o más en paralelo, que sirven también para marcar puntos o delimitar espacios… También colaboró con artistas en la decoración de los entornos, como por ejemplo los murales a cargo de Joost van Roojen del parque Zeedijk.
Cada uno de estos parques infantiles pasó a formar parte de la identidad del barrio, puesto que los vecinos y sobre todo los niños acabaron apropiándose de ellos, domesticándolos y construyéndolos –en esta ocasión “reconstruyéndolos”- para sí mismos. En realidad, más que proporcionar un espacio funcional para los chavales, los modestos y pequeños proyectos de Aldo Van Eyck fueron los lugares que reconstruyeron el Amsterdam de posguerra.
Asier Santas.
[1] CLIMENT, María José, “La Escuela de Hunstanton: El Nuevo Brutalismo en Inglaterra”, tesis doctoral. ETSAM, p. 83.
[2] Remito al lector a la tesis de María José CLIMENT, quién en el apartado “2.1. Inserción en el lugar” proporciona un exhaustivo análisis de este aspecto en el proyecto de Hunstanton.
Plaza Dijkstraat. Aldo Van Eyck. 1954.
Plaza Zeedjik. Aldo Van Eyck. 1955.
Plaza Dijkstraat. Aldo Van Eyck. 1954.
Tools of Imagination. Aldo Van Eyck.