La escala territorial ha sido recientemente incorporada al campo de actuación del arquitecto. Hace menos de una década, Charles Waldheim –director del programa de Landscape Architecture en la Graduate School of Design, Harvard– acuñó el término landscape urbanism, un enfoque novedoso que pretendía englobar al territorio como un ámbito sujeto también al diseño.
Durante estos últimos años, Waldheim ha observado cómo las fases tradicionales del planning y urban design han sido relegadas a favor del landscape architect (arquitecto paisajista, según la denominación española). Lo que se solía considerar propio de una labor de remate, casi decorativa, se ha convertido en un trabajo esencial, propio de las primeras etapas del proyecto urbano.
La formación específica en paisaje y el acercamiento al territorio –big picture thinking– hacen que el arquitecto esté especialmente cualificado para trabajar en este entorno de complejidad, donde el diseño urbano se encuentra sometido a fuertes condicionantes económicos y socio-políticos, y donde es imprescindible una respuesta sensible a los problemas medioambientales.
En este sentido, el urbanista que se adentra en el territorio ha de estar dispuesto a aceptar lecciones de la naturaleza. El estudio del mundo natural no sólo nos ilustra, sino que nos sirve de metáfora o modelo cultural. En efecto, el landscape urbanism puede ser considerado en cierta medida como un constructo, un conjunto de evidencias metodológicas que nos ayudan a incidir responsablemente en la naturaleza, de la misma forma que ella se autorregula y establece mecanismos de compensación ante cambios inesperados.
De esta manera parece lógico que, previo a todo proceso de urbanización –una de las transformaciones más traumáticas que el territorio puede recibir–, se aborde un análisis minucioso que incluya una reflexión sobre la geomorfología y los mecanismos naturales de regeneración, así como de los asentamientos tradicionales y su relación con el medio.
Este acercamiento se ha visto también recientemente facilitado por la difusión de los sistemas informáticos de cálculo paramétrico (lenguaje Python), como Grasshooper, Rhyno 3D, software específico para flooding, movimiento de dunas, etc. Todos ellos toman se apoyan en las capas previas ofrecidas por los sistemas de información geográfica (GIS, por sus siglas en inglés), cuyo manejo se antoja imprescindible para el desempeño profesional del futuro. Programas académicos como el Máster de la Architectural Association en Landscape Urbanism (AALU), en Londres, muestran el empuje de esta novedosa e interesante disciplina basada en la metodología del research by design.
Por último, creo conveniente señalar que este enfoque disciplinar resulta especialmente adecuado para la intervención en contextos escasamente antropizados, y en especial para la estructuración de lo informal (slums). Así como Waldheim tomó conciencia en un primer momento de la importancia del territorio al comparar la práctica urbanística europea y americana, urge ahora aplicar esta metodología en aquellas zonas en las que la ciudad ha entrado en conflicto con su entorno natural inmediato.
Territorio, ecología y urbanismo contemporáneo: landscape urbanism.
Juan Ramón Selva Royo
Cartogenesis Final Stage, encuentro entre los ríos Arga y Aragón (Navarra). Flooding mechanisms: A New Ground for Water Management Policies (Spain Case Study). Silvia Ribot, Lida Driva & Dimitra Bra. Fuente: Architectural Association School of Architecture, 2014/15.
Responsive Coastline, estrategia de crecimiento mediante plataformas flotantes híbridas en Palm Deira, Dubai. Alejandra Bosch, 2007. Fuente: AALU research.