GESTIONAR EL PROYECTO URBANO DEL SIGLO XXI

Que nuestras ciudades han alcanzado uno de sus límites parece una realidad prácticamente sancionada y apoyada por arquitectos, geógrafos e incluso filósofos y economistas. El modelo urbano occidental desarrollado en el siglo XX ha sido fundamentalmente el de la expansión, un único paradigma de crecimiento basado en la creación de extensiones concéntricas y fragmentadas a costa de grandes consumos territoriales y energéticos. Sin la menor reflexión, nuestras ciudades se han esparcido alegremente según coyunturas económicas, intereses inmobiliarios, necesidades demográficas o estrategias turísticas, más que nada como una cuestión productiva ante la cual arquitectos y urbanistas poco han podido aportar. Más bien se han sumado sin ningún pudor a esta tendencia, haciéndose cómplices de un movimiento delirante que tiene en los últimos ejemplos asiáticos o medio orientales su expresión más extravagante.

Los centros históricos de la Vieja Europa se han despoblado y sólo convirtiéndose en grandes centros comerciales o museos turísticos al aire libre han logrado subsistir. Al mismo tiempo, sus periferias se han convertido en masivos dormitorios compuestos por caducas tipologías residenciales en espacios abiertos sin ningún tipo de ligazón con lugar, clima e individuo. Mientras los centros históricos y la ciudad consolidada luchan por su supervivencia, en un intento por mantener sus infraestructuras y viviendas actualizadas, sus extensiones sólo ofrecen a la colectividad la anstesiante fórmula de la habitación, los servicios básicos y el impersonal jardín con columpio de catálogo.

Numerosas voces autorizadas ya han avisado del potencial colapso que implica este modelo de crecimiento, no sólo en lo energético sino también en lo social (recuérdese por ejemplo la violenta crisis de los barrios al norte de París en 2007, provocada por la desazón de una juventud sin arraigo, ilusiones ni responsabilidad para con su barrio). Es evidente que los territorios de los que las nuevas ciudades dependen no son capaces de abastecerlos pero también es cierto que sus espacios comunes, proyectados por urbanistas y arquitectos, poco o nada tiene que ver con factores tan determinantes como la escala humana o las relaciones sociales.

Por si fuera poco, las estimaciones de la ONU avisan de que en el año 2050 se supere la cifra de 6.000 millones de habitantes en las ciudades (en la actualidad somos casi 4.000 millones, el 54% de la población mundial): en gran parte debido al incremento de las conurbaciones asiáticas y africanas (India, China y Nigeria). Ahora bien, mientras que uno de cada ocho ciudadanos vive en alguna de las 28 megaciudades que en el mundo tienen más de 10 millones, la mitad de la población urbana lo hace en ciudades medias, de menos de medio millón de habitantes. Es más, si consideramos que se ha pasado desde los 746 millones de 1950 hasta los 4.000 millones actuales, y en previsión de que las que más van a crecer en los próximos años sean las ciudades medias, se llega a la conclusión de que es necesario actualizar las estrategias de gesttión urbana de la manera más urgente, porque sin duda estamos ante uno de nuestros retos más grandes: convertir nuestras ciudades en el mejor lugar para vivir.

La crisis producida por la desmesurada expansión urbanística de las últimas décadas obliga a centrar la revisión en un proceso de reestructuración de lo ya construido que reoriente los pulsos extensivos ya agotados. Fundamentalmente en torno a dos tipos de espacios públicos: los generados por el planeamiento de estándares, en los que lo más importante es conseguir los metros cuadrados ajardinados que marca la normativa; y los interiores de la ciudad histórica densificada, cada vez más degradados y en proceso de despoblación.

En consecuencia, cuando se trata de proyectar, pensar y determinar nuestras ciudades, hemos de considerar el objetivo fundamental del equilibrio entre éstas, sus habitantes y el medio del que dependen. Para ello debemos mejorar las estructuras que hemos heredado y evitar los errores cometidos en el pasado. Debemos ser conscientes de la obligación de proyectarlas no mediante el mecanismo de la extensión, olvidando así el cuidado y las carencias de lo existente, sino actuando con la misma energía en la cuidad que ya es. Ciudades con una densidad de habitantes apropiada, pensadas para el peatón y no el coche, con servicios al alcance de cualquiera, naturaleza y consumos energéticos racionales, espacios públicos cómodos y ambientes bellos y amables que den soporte físico a nuestros actos colectivos, accesibilidad universal y pública, espacios y ordenaciones residenciales en las que los intereses inmobiliarios y económicos lleguen al equilibrio con las bases formales, legales, económicas y sociales ideales para una tipología de vivienda que aún está por venir.

Así pues, a los intereses económicos o políticos que se dan cita en la ciudad debemos anteponer los intereses humanos. Para ello hemos de participar más activamente en la configuración de un entorno legal más adecuado a los tiempos actuales, permitiendo instrumentos de planeamiento más flexibles, adaptables a los plazos y tendencias de transformación de la ciudad. Debemos conseguir gestionar y valorar el suelo de modo más justo y real, considerando la armonía entre intereses privados y colectivos; debemos gestionar en la planificación y proyectación de la ciudad las aspiraciones y deseos de sus habitantes, velando por la escala humana en todas sus acepciones, tratando de recuperar el olvidado concepto de vecindad y haciéndolo compatible con un mundo globalizado (recordemos que las ciudades son los puntos del planeta en los que lo global mejor se articula con lo local). Y debemos recuperar la perdida relación con la Naturaleza y el Paisaje típica de los asentamientos de menor escala para conseguir un nuevo espacio común que sustente toda acción cívica.

Ante un reto de tal trascendencia, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra se ha puesto en marcha la Mención en Gestión del Proyecto Urbano, como mecanismo para formar y orientar a los arquitectos interesados en el futuro de nuestras ciudades y espacios de convivencia. Este nuevo itinerario docente permitirá adquirir, en el devenir de la carrera, el conocimiento y actitud crítica necesarios para gestionar la Ciudad y el Paisaje del siglo XXI. No sólo con materias especializadas sino, y sobre todo, adquiriendo la responsabilidad otorgada por el decálogo bajo el cual se han estructurado todos sus contenidos:

En primer lugar, será fundamental proyectar y gestionar la ciudad como manifestación última de la identidad colectiva, arraigo al lugar y preservación de la Historia; en segundo lugar, se incluirá la consideración y diseño del Paisaje como elemento urbano para fortalecer las relaciones entre ciudad y naturaleza, entendiéndolo más allá de su mera concepción biológica; en tercer lugar se estudiarán y fomentarán modelos de ciudad intensiva que eviten el consumo indiscriminado de territorio, recursos naturales y energías, apostando por una vida sin vehículo privado y por las políticas de accesibilidad pública y universal; en cuarto lugar será determinante la definición del rango de densidades óptimas para la construcción de la ciudad deseable; en quinto lugar, será imprescindible entender y proyectar la calidad del espacio doméstico (interior y exterior) como clave en la definición y proyectación de la ciudad deseable; en sexto lugar, se incluirá en la enseñanza la comprensión crítica y constructiva de la normativa que afecta a la construcción de la ciudad y el paisaje, apostando por un conocimiento científico encaminado a transformar el planeamiento estático en un instrumento legal creativo y flexible; en séptimo lugar, se determinará el orden de instrumentalización de la ciudad y el paisaje, estableciendo prioridades entre lo social, lo cultural y lo económico, y apostando por la construcción de espacios colectivos y comunes que superen el concepto legalista de espacio público y privado; en octavo lugar, se salvaguardarán y valorarán los patrimonios natural, construido y social que se heredan en el ámbito de las ciudades; en noveno lugar, se fomentará y gestionará la interdisciplinareidad en el proceso de construcción y gestión de la ciudad (sociología, economía, geografía, ingeniería, filosofía, artes, derecho y política); y en décimo lugar, se fortalecerá y ordenará el sistema de comunicación con la sociedad para construir una ciudad y entornos urbanos ajustados a las necesidades que pide.

Las asignaturas serán concebidas como espacios para el aprendizaje experimental. Sobre la base del conocimiento de fundamentos imprescindibles, alumno y profesor ensayarán reflexiones y propuestas encaminadas a la superación y mejoramiento de los modos convencionales de gestionar y proyectar la ciudad y el paisaje. Por ejemplo, en la asignatura Urban Development Lab se tratarán temas como concepciones políticas de la ciudad (urban politics), las leyes internacionales (International Land use systems), Proyectar con Textos, micro and macro planning, cómo superar el uso privado o público de suelo para promover el espacio colectivo (beyond private or public land use, collective space management), la desestandarización del planeamiento (beyond standard concepts), o cómo conseguir un plan funcional y temporalmente flexible (functional and temporal flexible Urban Planning); en la asignatura Urban Management se tratarán temas como los procesos de gentrificación de barrios (gentrification processes), la gestión de procesos de participación ciudadana (citizen participation), el diálogo operativo con los agentes públicos y privados, el impulso y provocación de proyectos residenciales, urbanos y turísticos de gran calidad; la gestión de patrimonios de suelo y la aportación creativa y emprendimiento en empresas inmobiliarias (creativity and entrepreneurship in Real Estate); en la asignatura Urban Regeneration se ensayarán estrategias encaminadas al perfeccionamiento y mejoramiento de la ciudad existente (lugares degradados, zonas industriales en desuso, planes fallidos, centros históricos abandonados, waterfronts), estudiando conceptos tales como densidades y ocupaciones del suelo óptimas, diseños urbanos basados en el aprovechamiento del agua, la energía y la accesibilidad universal (The Reference framework for Sustanaible European Cities), la actualización de la idea de Ciudad Inteligente (Smart City) o el empleo de coordenadas sociales y culturales de ámbitos en proceso de transformación (Space Syntax); y en la asignatura Landscape Design se aprenderá a proyectar la idea de Paisaje como elemento generador y regenerador de otro tipo de ambientes en los que se potencien los valores de convivencia, sostenibilidad y diversidad que se encuentran en la base de la nueva relación del hombre con su entorno. Para ello será básico el aprendizaje de nociones de implantación y gestión de parques y jardines, así como principios básicos de botánica aplicada (botany), identificación y caracterización de especies e introducción en la ecología urbana (urban ecology). Estos contenidos se completarán con el aprendizaje avanzado de Sistemas de Información Geográfica SIG (Geographic Information System GIS) y la introducción al alumno en el conocimiento y gestión de las Ciudades Emergentes y Urgentes -Tercer Mundo, Campos de refugiados, Slums, Terrain Vagues-.

Cabe señalar que la puesta en marcha de esta Mención no sería completa, por último, sin la concepción armónica de la misma. Es decir, el conjunto de sus conocimientos, reflexiones y propuestas parciales será enlazado, en una suerte de composición sinfónica, a través de un TRABAJO POR PROYECTOS cuyo epicentro es el Taller de Proyectos Orientados (ORIENTED DESIGN STUDIO) del último curso del Grado en Arquitectura. Los contenidos de cada asignatura se enlazarán y aplicarán a las propuestas que los alumnos elaboren a lo largo del Taller Proyectual, en una suerte de trabajo conjunto en el que todos y cada uno de los profesores aportan su particular experiencia a un único enunciado. No sólo se rentabilizará el trabajo a desarrollar, sino que será la oportunidad para demostrar la pertinencia, necesidad y ligazón de todos y cada uno de los contenidos que se han estructurado para, a la postre, alcanzar la mejor Ciudad del XXI.

Asier Santas

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